Desafíos
¿Cuáles son los desafíos del liderazgo en las empresas? Hoy y mañana. ¿Qué líderes necesitamos? En estas páginas encontrarás el puntapié inicial de nuestra propuesta y una reseña bibliográfica para alimentar la reflexión. “Desafíos” fue la idea de un newsletter primero, la de un blog después y finalmente la de una mesa de debate. Hoy esperamos que sea todo eso junto.

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04/07/17 Reflexiones # , ,

La muerte del Pan-Optico

La muerte del Pan-Optico

Jeremy Bentham nació en Londres en 1748. Fue filósofo, economista, pensador y escritor, en una época cuando la relativamente escasa especialización del conocimiento permitía oficiar con eficiencia en todas estas áreas del saber. Se lo considera el «Padre» del utilitarismo, una doctrina que promueve las razones de la existencia en el «goce de la vida» en lugar del sufrimiento.

Pero en esta oportunidad nos ocupa de Bentham la atención que dedicó a la reforma penitenciaria, elaborando por encargo de Jorge III un modelo de cárcel  al que denominó “el Panopticon”. En la cárcel de Jeremy se vigilaba todo desde un punto, sin ser visto. Bastaría una mirada que vigile, y cada uno, sintiéndola pesar sobre sí, terminaría por interiorizarla hasta el punto de vigilarse a sí mismo. Bentham llegó a darse cuenta de que «el panóptico» sería una gran invención no sólo para la institución carcelaria, sino también y particularmente para las fábricas. En rigor, de alguna forma u otra todas las cárceles, escuelas y fábricas a partir de aquella época se construyeron con este modelo de vigilancia, el cual fuera brillantemente analizado por Michel Foucault en “Vigilar y castigar”, quien supo extrapolar su efecto a toda forma de relación entre los estados modernos y sus ciudadanos.

“El mayor efecto del panóptico es que induce al preso a un estado de conciencia y visibilidad permanente que asegura el funcionamiento automático del poder. El orden que configura la vigilancia es permanente en sus efectos, aun cuando no lo es en sus acciones; esa perfección del poder hace tender a que su propio ejercicio sea innecesario.” describe Foucault. Su idea es que la sociedad y sus dispositivos de control operan bajo esta forma de la función disciplinaria que surgió en plena revolución industrial para controlar al nuevo sujeto social: las masas obreras. Para quienes estudiamos sociología a fines del siglo pasado, la carrera fue básicamente una colección de ideas foucaltianas organizadas alrededor del Panóptico y su influencia en el comportamiento y la anatomía de los individuos. Pero, si asumimos que estamos en una era post industrial, próximos a las Singularidad de la Inteligencia Artificial, ¿puede revisarse si ha mutado el modelo de vigilancia social? Continuar leyendo

22/02/17 Reflexiones # , , , , , ,

Servant Leadership

Planeta Tierra. Año 1904 del calendario gregoriano. En un pequeño pueblo de Indiana, la decimosexta economía de los Estados Unidos, nacía quien luego sería Robert K. Greenleaf. No es extraño que el nombre no produzca reminiscencia alguna para los nativos hispanoparlantes. De hecho, de Greenleaf apenas pueden encontrarse algunas breves reseñas biográficas en internet, ninguna de ellas en la lengua de Cervantes. El bueno de Robert no se destacó particularmente ni por sus estudios (se graduó en el Carleton College de Minnesota, no en Columbia, Harvard, Darden o el MIT) ni por su trayectoria profesional (ocupó apenas una posición media en AT&T) sino por sus casi cuarenta años de dedicación exclusiva a la investigación y la educación, que lo terminaron convirtiendo en un “gurú de la ciencia del management”. Hoy, veintisiete años luego de su muerte, su nombre da vida al “Greenleaf Center for Servant Leadership”, una cada vez más influyente e innovadora escuela de liderazgo con sede en Atlanta.
Para rastrear sus orígenes, debemos remontarnos al año 1958, cuando quien luego sería su fundador se topó con una conmovedora pregunta leyendo a Herman Hesse: “¿qué pasaría si el sirviente realmente fuera el líder?”. En el relato “Journey to the East”, Hesse nos cuenta acerca de un grupo de hombres que emprende una travesía mística organizada por cierta Orden religiosa. El sirviente de la troupe, llamado Leo, los sostiene con su buen ánimo, sus canciones y la disponibilidad para atenderlos permanentemente. Un día Leo desaparece, el grupo pierde la motivación, la alegría, el sentido que lo impulsa a seguir adelante. En poco tiempo, la misión se disuelve y cada uno asume un destino distinto. Tras varios años de vagabundear, uno de los miembros del grupo, el narrador de la historia, da con un sitio religioso que pertenece a la Orden que originalmente había planeado el viaje. Leo es un importante jefe espiritual en el lugar, un estupendo y magnánimo líder que ofrece guía y consuelo a quienes lo necesitan. El mismo Leo que ellos habían conocido como su sirviente, utilizando las mismas competencias que utilizara en aquel rol.
En sus posteriores investigaciones Greenleaf supo sistematizar esta cosmovisión del “Líder como Servidor”. Acaso ese termine siendo el valor histórico de su aporte; generar un perfil de competencias focalizado en las siguientes habilidades:
• escucha activa,
• empatía,
• sanación,
• conciencia,
• persuasión,
• conceptualización,
• anticipación,
• valentía,
• compromiso con el crecimiento de las personas y la comunidad.

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22/02/17 Reflexiones # , , , , , ,
22/11/16 Reflexiones # ,

El espejo de Mugabe

Zimbabue es un país del sudeste africano. Con la riqueza de su subsuelo, repleto de oro. Con sus casi 400.000 km2 de superficie y sus 4.000 km de fronteras, ninguna de la cuales da hacia el mar.
Territorio colonizado por Cecil Rhodes a principios del siglo XX, permaneció en el Imperio británico hasta 1953, cuando se «independizó» bajo el nombre de Rhodesia. Pero fue reconocido como país soberano recién en 1983, luego de un cruento periodo de crisis sociales y guerras civiles entre el norte y el sur, blancos y negros, imperialistas y rebeldes. Desde entonces y hasta hoy, es una república presidencialista, pero que no logró alternar gobiernos: el poder está siempre en manos de Robert Mugabe.

Una década atrás Zimbabue ocupó la primera plana de los medios internacionales por su inflación del 100.000 % anual. El año pasado lo hizo porque la relación de la moneda local superó la imposible cotización de 1 a 30.000.000 vs el dólar. Lo que tristemente ya no es noticia para nadie es que el 70% de sus casi 15.000.000 de habitantes vivan bajo el umbral de la pobreza, ni que casi el 30% de sus adultos padezcan HIV, ni que, consecuentemente, el país cuente con uno de los peores índices de desarrollo humano del planeta.

Pero hace unas semanas Zimbabue volvió a provocar la incredulidad de los medios periodísticos occidentales, que publicaban que Mugabe mandó encarcelar a la delegación de atletas que volvía de los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro, indignado porque no habían ganado ninguna medalla.

Se impone conocer las citas delirantes atribuidas el primer mandatario, una más inverosímil que la otra.

“Hemos desperdiciado el dinero del país en estas ratas que llamamos atletas”. “Si necesitábamos simplemente gente que vaya a Brasil a cantar nuestro himno nacional y mostrar nuestra bandera, hubiéramos enviado a algunas de las hermosas muchachas y apuestos muchachos de la Universidad de Zimbabue para que nos representen”. “Esto es como si un hombre impotente estuviera casado con cinco mujeres. ¿Qué sentido tiene? Me aseguraré que todos ellos le devuelvan al gobierno el dinero invertido aunque lleve diez años. Ahora resulta que les dimos un préstamo blando para ir a Brasil como turistas. Son inútiles”.
Además de la inevitable compasión por los atletas y el pueblo zimbabuense, el brutal espejo de Mugabe devuelve la imagen de la desesperanza y el terror. Desde una estricta perspectiva de interpretar estilos de liderazgo no está mal mirarse en él, quienes tenemos la bendición de no padecer sus barbaridades. Atentos a identificar siquiera el menor atisbo de semejanza para combatirla irrefutablemente.

22/11/16 Reflexiones # ,
27/09/16 Relatos # , ,

De qué hablamos cuando hablamos de futuro

De qué hablamos cuando hablamos de futuro

“Asume compromisos – 37 01 19 00 44 41”,  leo en el papel de cinco centímetros de ancho por uno de alto, que viene escondido en la galleta de la suerte que compré en el Barrio Chino. El invento se le atribuye a un yankee-japonés, pero estamos socialmente convencidos de que su origen es justamente chino. Jamás vamos a la lotería de la esquina a jugar al Quini 6 con esos números, pero estamos culpablemente convencidos de que si lo hiciéramos, nos depararía un futuro de fortuna. Siempre deberíamos asumir compromisos, pero estamos obedientemente convencidos de que sólo a partir de mañana nos pondremos firmes con esa tarea.

Es necesario porque así lo exige la leyenda en el papel de cinco centímetros de ancho por uno de alto, que viene escondido en la galleta de la suerte que compré en el Barrio Chino. Continuar leyendo

06/09/16 Reflexiones # , , ,

El psico poder de las organizaciones

La forma de organizar el trabajo tiene un impacto fundamental en el diseño de la mente, tanto que casi podría decirse que la modela a su imagen y semejanza. Raro que este pensamiento haya surgido de la reiteración de escenas olímpicas, pero es la pura verdad. Ocurre que estos últimos días viví a base de inyecciones televisivas de básquet, tenis, judo, arquería, remo, canotaje slalom y levantamiento de pesas, entre otras tantas maravillas. Pero así como la elección de una disciplina deportiva modela diferencialmente el cuerpo del atleta dedicado a su práctica (¿huelga hacer notar que un luchador de sumo tendrá dificultades a la hora de realizar una rutina de nado sincronizado?), pienso que la selección de un modelo organizacional u otro define un horizonte posible de expectativas, emociones y vínculos entre sus participantes.

De tal modo, la «organización taylorista» de principios del siglo XIX, en los albores de la industrialización y contra el modelo de producción artesanal, propuso una «configuración mental» basada en la despersonalización. Fue producto de una excesiva división de las tareas, una separación extrema del trabajo versus sus medios de producción y una búsqueda de la productividad a cualquier costo, donde la inclusión a la vida laboral implicaba la posibilidad cierta de, enajenación marxista mediante, perder la vida.

La «empresa internacional enfocada en procesos», configuró un psiquismo bien distinto adornado por retribuciones monetarias y simbólicas que produjeron un tipo inédito de «enajenación», donde el «éxito profesional» pagó el costo de la falta de sentido. La norma de la burocracia profesional fue la estandarización de procedimientos, con el objetivo de garantizar uniformidad de experiencias para los diversos públicos. Se desarrollaron los sistemas de control de calidad y se «humanizaron» las condiciones de trabajo. Nuevas patologías en torno a la ansiedad y el estrés tomaron el centro de la escena, a medida que las «corporaciones» del marketing y los servicios cooptaron los modos de producción y los sistemas de generación de la renta planetaria. Algunas de esas patologías hasta pudieron ser “legitimadas” como estrictas competencias de gestión, cual promesa o garantía de prosperidad y avance vertical en la cadena de mando. Floreció la expectativa de poder realizar una carrera ascendente de largo plazo, siempre y cuando se mantuviera fidelidad a una empresa.

Actualmente nos encontramos transitando un verdadero cambio de paradigma en lo relativo a la organización del trabajo. Vivimos en un mundo intenso en el cual constantemente se están reinventando las reglas de juego. No recuerdo si fue en Twitter o en uno de los incontables grupos de whatsapp en los que transcurre mi comunicación cotidiana. Pero días atrás recibí una reveladora infografía. No se hacía referencia al autor. Mas el carácter “no – privado”, condición de la hiperconectividad tecnológica, me anima aquí a reproducir el contenido, sin siquiera conocer la fuente. Rezaba la gráfica: “la empresa más grande de Real estate no tiene propiedades (AirB&B), el líder mundial de transporte no tiene vehículos (Uber) y la  comercializadora global más importante no tiene stocks (Ali Baba)!” Irrefutable. ¿Hacia cual configuración de nuestro psiquismo nos hace avanzar este modo de organización? En principio, cuestiones como el asociativismo y la colaboración creativa parecen ser de los pocos antídotos a mano ante este nuevo escenario.

En la “Historia de la Sexualidad” ya analizaba Foucault que el poder de los Estados Modernos se constituye en «biopoder», a tal punto que “subyuga” la propia anatomía de los participantes, como si fuera una nueva disciplina deportiva cuya práctica ha irrumpido, controlando y modelando nuevos cuerpos. Idéntico poder ejercen los modos de organización, olimpiada cotidiana del trabajo, pero se trata de un «psico poder», que configura, silente, nuestro mentes, y con ella nuestro umbral de emociones, vínculos y expectativas.

29/08/16 Reflexiones # , , ,

Neuroperonismo

Neuroperonismo

Mis amigos Peronistas dicen que lo suyo es un «movimiento», queriendo expresar con ello que se trata de una suerte de filosofía o credo político que aglutina diversas expresiones partidarias. Es todo y a la vez es nada, lo que estratégicamente constituye un activo de enorme importancia pensando en su capacidad de permanecer vigente y promover su propio «reciclaje». «Todos somos peronistas» es la expresión mayor de esta pretensión totalizadora y meta-politica, lo que de algún modo no deja de ser cierto en tanto el peronismo, así definido, ha efectivamente incorporado alguno de los principales rasgos de nuestra identidad nacional (dejo para otro espacio la reflexión sobre si se trata de rasgos positivos o de los otros).

Apenas tres semanas atrás recibí una encuesta para un trabajo de investigación que un ex colaborador se encuentra desarrollando para finalizar su posgrado. El tema: la neurociencia. La pregunta: ¿Utiliza la neurociencia en su trabajo? Esbocé la siguiente respuesta, Continuar leyendo

05/10/15 Reseñas # , , , , , , , ,

Así como David desafió a Goliat

Así como David desafió a Goliat

José Saramago propone un ácido e irónico cambio de paradigma con su “Caín”, que quizás pueda cuestionar la manera en la cual habitualmente lideramos. ¿Quién nos prometió que Abel era la víctima y su hermano el victimario?:

“Estaba claro, el señor desdeñaba a Caín. Fue entonces cuando se puso de manifiesto el verdadero carácter de Abel. En lugar de compadecerse de la tristeza del hermano y consolarlo, se burló de él, y, como si eso fuera poco, se puso a enaltecer su propia persona, proclamándose, ante el atónito y desconcertado Caín, un favorito del señor, un elegido de Dios.
El infeliz Caín no tuvo otro remedio que engullir la afrenta y volver al trabajo. La escena se repitió, invariable, durante una semana, (…) Y siempre la falta de piedad de Abel, la jactancia de Abel, el desprecio de Abel. Un día Caín le pidió al hermano que lo acompañara a un valle cercano donde corría la voz de que se escondía una zorra y allí, con sus propias manos, lo mató a golpes con una quijada de burro que había escondido antes en un matorral, o sea, con alevosa premeditación.”

Pues entonces Abel es el culpable. O no:

“Lo he matado, pero el primer culpable eres tú, yo habría dado mi vida por su vida si tú no hubieses destruido la mía. ¿Quién eres para poner a prueba lo que tú mismo has creado?. Dejaste que matara a Abel cuando estaba en tus manos evitarlo. Hubiera bastado que durante un momento abandonaras la soberbia de la infalibilidad, que aceptases mi ofrenda con humildad, en lugar de rechazarla. Los dioses tenéis deberes para aquellos a quienes decís habéis creado. Maté a Abel porque no podía matarte a ti, pero en mi intención estás muerto.”

Dios contesta:

“Haré un acuerdo de responsabilidad compartida. Reconozco mi parte de culpa, pero no se lo digas a nadie. Será un secreto entre Dios y Caín.”

He aquí un dios débil, rufián, negociador por conveniencia. Expuesto así a lo largo de todo el texto, por Caín. A partir de esas premisas, este libro y su autor han recibido demasiadas críticas, basadas en la literalidad con que se los toma, sustentadas en denuncias del tipo de “blasfemos que cambian la biblia”.

Ante dichas acusaciones, Saramago responde fresca y francamente que nada intenta cambiar, que sólo pretende escribir para desasosegar.

Caín no es ni bueno ni malo, ni más o menos. Caín ante todo es humano, es hombre, y como todos los de su especie es capaz de lo mejor y de lo peor. Pero a pesar de comenzar su historia como un criminal, Caín ama, incluso a su hermano, al que termina por matar. ¿A consecuencia de un mandato pobre, uno injusto? La acción de Caín, ¿es legítima y reivindicatoria?

La incertidumbre que provoca Saramago (y aun la indignación para quienes así la hayan sentido) es misión del arte, como lo concebía Artaud. Cambiar el punto de vista, poner en crisis lo impuesto, aunque sea por el rato que dure una lectura, una fábula, una novela, un ensayo. Lejos de desestimar asuntos religiosos, alguien tiene que ponerse eso al hombro y esta vez le toco a Caín. El personaje que no estaba de acuerdo con Dios, con un dios, con sus preceptos, o sus locuras. Cambiar, entonces, para desasosegar. Para privar de la calma y el sosiego. Desazonar, alarmar, remorder, inquietar. Romper las reglas, esas que por lo menos, alguna vez deben ser quebrantadas.

Y hablando de rompe-reglas, vaya una yapa de cierre. Aquella célebre reflexión de Einstein sobre la Crisis y el cambio:

No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quién supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar «superado».
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.

01/10/15 Ideas no responses #

«Las máscaras. Uno tiende siempre a pensar en el rostro que esconden, pero en realidad lo que cuenta es la máscara, que sea esa y no sea otra. Dime que máscara usas y te diré que cara tienes.»

Los premios, JULIO CORTÁZAR.

 

Desafios de la construccin