Si liderar es inspirarse a uno mismo y/o a los demás, para trascender el propio umbral de capacidades y expectativas entonces habría que empezar por definir qué significa “inspirar”. Ahí sí que quizás me ayude el diccionario. Encuentro como definición: “Infundir o hacer nacer en el ánimo o la mente afectos, ideas o designios”. La inspiración parece ser una emoción que se crea en la mente para empujar a la acción, así como la razón le ofrece sus motivos.
Entonces, de lograr identificar mecanismos para la inspiración, estaríamos ayudando a visualizar “tipos de liderazgo” o “herramientas para liderar”…
Acaso la célebre “pirámide de Maslow” pueda ayudar a establecer una guía, cada escalón identificando un mecanismo de inspiración. Los primeros escalones son más básicos, más efímeros y nos enfrentan a situaciones de dominación, donde la supervivencia y la emergencia guían la lógica weberiana y tanto el poder como la autoridad legitimada, pesan fuerte. Pero a medida que subimos en la escala, el liderazgo se transparenta, se vuelve más genuino, más sustentable y nos ofrece lógicas de participación, identidad, autorrealización y finalmente trascendencia.
En la base de la pirámide somos inspirados por el “miedo”, como cuando la pulsión de vida le gana a la muerte en situaciones de supervivencia, y sacamos fuerzas de donde no pensamos que encontraríamos.
Un grado más arriba nos motiva el “odio”, la noción de confrontar con el otro para establecer nuestra propia identidad. La rivalidad consagra la identidad personal en oposición y contraste.
Un paso más encontramos el escalón del “bienestar”. Nos inspira la recompensa material, el confort y la capacidad de consumo actual o futuro.
En el siguiente estadio encontramos la inspiración por la “auto superación”. Como el deportista que se exige para mejorar sus tiempos y probarse a sí mismo que superar una nueva meta es posible.
El último nivel de altura es la inspiración por “altruismo y trascendencia”. Ya hemos abandonado la necesidad de definirnos a nosotros mismos, sea por “confrontación” (etapa 2) o por “desarrollo de nuestro potencial” (etapa 4). Nuestra inspiración se produce a partir del amor y el compromiso con nuestros pares y con quienes vendrán.
Acaso liderar sea aprender a integrar las emociones del miedo, el odio, el bienestar, la auto superación y el altruismo, para inspirarnos a nosotros mismos y a los demás, según lo que en cada momento necesitamos y necesitan nuestros semejantes. Y también aprender a ser liderado, pues liderar y ser liderado no son sino caras de la misma moneda.