Asegurar igualdad de oportunidades, parece ser una condición fundamental para cualquier forma de asignación de premios y castigos basada en resultados. Me refiero a la inobjetable necesidad de garantizar un punto de partida digno para cualquier persona, por encima de los niveles mínimos de subsistencia. Pero mientras no pueda asegurarse al menos un rango de puntos de partida compatibles, ¿es ético exigir a un sistema cualquiera una razonabilidad de distribución basada en el mérito?
Recuerdo la Parábola de los talentos, uno de los “leit motivs” de mi formación (católica, lourdista y de clase media, si sirve como orientación). Para los curiosos, favor referirse al Nuevo Testamento: Mateo 25, 14: 30. Y para los no tanto, venga un brevísimo resumen aquí mismo. Cuenta Mateo que un hombre asigna a sus tres siervos la siguiente cantidad de talentos: cinco, dos y uno respectivamente. El primero de los siervos le devuelve cinco adicionales a los cinco entregados cumplido un plazo. El segundo dos más que los dos concedidos en ese mismo período. Pero el tercero devuelve solo aquel talento que le hubiera sido conferido. Perezoso, decidió enterrarlo para conservarlo por temor a perderlo. El amo celebra la actitud de los dos siervos que duplicaron los talentos y castiga a quien le devolvió solo aquel se le confirió.
Siempre me pareció orientadora esta Parábola, pero respecto de una obviedad fundamental: la vocación de enseñar que “el amo” aprecia el esfuerzo y la contracción al trabajo, y recompensa en función de los resultados. Me gusta, sin embargo, la idea de que lo hace siempre en “relación al punto de partida” con el que cuenta cada siervo. En lo personal, y amigo como soy de las complicaciones inocuas, si hubiera podido recitarle alguna sugerencia al oído al bueno de Mateo, quizás le habría recomendado probar su postulado con algunas relaciones aritméticas alternativas. ¿Por qué? Per jodere, claro. Pero también para representar una situación de decisión más rica que respondiera a las complejidades que hoy nos presenta el mundo. Por ejemplo: ¿qué habría pasado si el siervo de los cinco talentos hubiera traído tres más en lugar de cinco adicionales, mientras el segundo hubiera acercado tres adicionales en lugar de duplicado el “capital inicial”? ¿Y cuál habría sido la reacción del amo si el siervo al que se le dieron cinco talentos hubiera finalmente reportado seis más, tres provenientes de su esfuerzo y tres robados al siervo número dos?
Quizás también habría postulado a Mateo la posibilidad de plantear esta profunda y maravillosa alegoría de la proporcionalidad del mérito sin recurrir necesariamente a la vindicación de la esclavitud. Pero ténganse en cuenta el momento histórico en beneficio de la intención pedagógica. Habrá que asumir que la “Infraestructura” de la era histórica de Mateo era bien distinta de la nuestra… o ¿no tanto?
Un extracto del Informe del Banco Mundial sobre evolución de la pobreza extrema y la línea de pobreza más alta puede ayudar a pasar en limpio el estado de situación actual.
Dice el informe: “Los avances logrados en la reducción de la pobreza han sido notables en las últimas décadas. El mundo cumplió la meta (…) de disminuir a la mitad para 2015 la tasa de pobreza registrada en 1990, lográndolo en 2010, cinco años antes del plazo previsto. Pero pese a este logro, la cantidad de personas que viven en condiciones de pobreza extrema en el mundo sigue siendo inaceptablemente alta.
- De acuerdo con las últimas estimaciones, el 12,7 % de la población mundial vivía con menos de US$1,90 al día en 2011, cifra inferior al 37 % de 1990 y al 44 % de 1981.
- El progreso ha sido más lento en las líneas de pobreza más altas. En total, 2200 millones de personas sobrevivían con menos de US$3,10 al día en 2011, que es la línea de pobreza promedio de los países en desarrollo y otro indicador común de profundas carencias. Se trata de una reducción marginal con respecto a los 2590 millones registrados en 1981.”
Pregunta para Mateo si alguien lo ve por ahí: ¿a cuántos talentos equivale 1,9US por día? ¿Y 3US diarios? Útil sería conocer la conversión de talento por dólar antes de comenzar a definir premios y castigos basados en el mérito y su proporcionalidad.