Desafíos
¿Cuáles son los desafíos del liderazgo en las empresas? Hoy y mañana. ¿Qué líderes necesitamos? En estas páginas encontrarás el puntapié inicial de nuestra propuesta y una reseña bibliográfica para alimentar la reflexión. “Desafíos” fue la idea de un newsletter primero, la de un blog después y finalmente la de una mesa de debate. Hoy esperamos que sea todo eso junto.

Reflexiones

21/11/17 Reflexiones # , , , , ,

Backfeed

– “Le das realmente mucha importancia si dejas que controle de ese modo
tu vida”, le dije. Y él: “¿Te gustaría saber si quiero oír lo que me estás diciendo?”

– ¿Dijo eso?

– No. Me lo hizo saber.

(Doctor Wayne W. Dyer y Lua Senku, Diálogos / Rabia, Sergio Bizzio)

 

Hace poco leí un artículo sobre “feedback” y la importancia de que ocurra más a menudo. En líneas generales, la publicación apuntaba a que no estamos preparados para recibirlo. Ni las personas, ni las organizaciones.

Sospecho que no siempre hacemos un uso adecuado del significado real de la palabra, y en ese sentido, el texto me dejó pensando en que sería bueno dar vuelta el punto de vista y preguntarnos ¿cómo damos feedback? Tal vez viene de allí el indicio de no ser buenos receptores de la opinión ajena sobre nuestro accionar.

Tomemos como definición sintética la capacidad de un emisor para tomar reacciones de el o los receptores y modificar su mensaje, de acuerdo con lo recogido y de manera constructiva. Sería algo así como la retroalimentación que implica la constante inversión de roles entre emisor y receptor para generar una transformación que desemboque en una resolución satisfactoria

El artículo plantea que “una forma madura” de recibir feedback, es verlo como un regalo antes que atravesarlo como un momento incómodo. Ahora bien, probemos tomar esta propuesta y la definición que acabamos de esbozar, para pensarlo al revés y llevar adelante la instancia de dar esa devolución. ¿Tomamos – como personas o como organizaciones – una postura propositiva? ¿Somos proactivos? ¿Nos esforzamos para ser creativos y tomar lo bueno del otro, del trabajo del otro, del comportamiento del otro, de los resultados del otro, para proponer algo todavía mejor, para guiarlo a una salida fructífera? ¿Enunciamos buenas preguntas que disparen reflexiones? O ¿nos paramos en posturas desafiantes, siendo reactivos, exaltando los aspectos negativos, adjudicándonos los permisos sobre lo que está mal y lo que estaría bien basados en verdades absolutas que ponen freno al proceso creativo? Continuar leyendo

01/08/17 Reflexiones , Reseñas # ,

La sociedad del cansancio

La sociedad del cansancio

En las últimas ediciones hemos intentado reflexionar sobre dos condicionantes del comportamiento humano: por un lado, el impacto de las nuevas tecnologías, en particular internet; por otro, la definición de un sistema estructurado a partir de la posibilidad de la mirada permanente del otro: el panóptico.

Byung- Chul Han nos permite contemplar estas dos ideas y darles consistencia bajo la lógica de una explicación más amplia.

Según el filósofo coreano, así como el Panóptico había definido un patrón de comportamientos esperados en la Era Industrial, el hombre de la Posmodernidad ha abandonado el temor provocado por la amenaza de la mirada disciplinaria de un tercero, sustituyéndolo por una noción aún más eficiente y exigente: la permanente demanda de rendimiento. Si las cárceles, las fábricas y la escuela se habían erigido como “instituciones panópticas”, son las torres corporativas y los gimnasios las nuevas instituciones de rendimiento del siglo XXI. Allí la supervivencia solo se alcanza a base de hiper-exigencia y exceso de positividad. Vacío de negatividad, de “no poder”, el superhombre Posmoderno que “todo-lo-puede” exige su propio rendimiento hasta llevarlo al límite de lo posible y aún más allá. Eso le provoca dos efectos simultáneos;

  • El primero por supuesto, es el cansancio, el agotamiento que se produce cuando no hay posibilidad primaria de aburrirse sino carrera desesperada por llenar cada espacio que se adivina quedará incompleto. El aburrimiento crea la condición de posibilidad de la originalidad, en cambio, la huida del aburrimiento, solo reproduce el status quo.
  • El segundo efecto es la depresión. La mirada no solo disciplina. Antes que eso, ella constituye al observado como persona erótica. El impulso vital es Eros, al Eros sigue el Logos. Sin intención erótica no hay como jugar y entonces no hay oportunidad de ser. Sin aquel que mira no hay Eros. Al no participar del Eros ni del Logos, el hombre Posmoderno queda marginado de todo intento de mutuo reconocimiento y se hunde en la depresión. Por eso las enfermedades contemporáneas no son infectológicas sino neurológicas, se trata del hombre buscando ser visto para redimirse de su propio agotamiento autoimpuesto. Justamente es en la “vida on line” donde más se fomenta esta despersonalización de la mirada, donde cada individuo pierde registro del reconocimiento de un tercero y solo es visto por sí mismo.

Mientras completaba la lectura, escuchaba una propaganda en la radio: «Familia, Deporte, Trabajo, Deporte, Trabajo, Familia, Trabajo, Deporte, Familia…. No podes más? Tomá vitaminas Aurelio. Vitaminas Aurelio. Para alcanzar tu máximo potencial.»

Notable como la sociedad del rendimiento bajo la pretensión de liberarnos promueve el encarcelamiento en nuestra propia lógica de máxima performance, a la par que ofrece para ello energía en pastillas… ¿Y la libertad? ¿Y la elección? ¿Y la vocación?

En la próxima entrega, seleccionamos a modo de Resumen algunos pasajes de “La Sociedad del Cansancio”, directamente de la pluma del autor.

04/07/17 Reflexiones # , ,

La muerte del Pan-Optico

La muerte del Pan-Optico

Jeremy Bentham nació en Londres en 1748. Fue filósofo, economista, pensador y escritor, en una época cuando la relativamente escasa especialización del conocimiento permitía oficiar con eficiencia en todas estas áreas del saber. Se lo considera el «Padre» del utilitarismo, una doctrina que promueve las razones de la existencia en el «goce de la vida» en lugar del sufrimiento.

Pero en esta oportunidad nos ocupa de Bentham la atención que dedicó a la reforma penitenciaria, elaborando por encargo de Jorge III un modelo de cárcel  al que denominó “el Panopticon”. En la cárcel de Jeremy se vigilaba todo desde un punto, sin ser visto. Bastaría una mirada que vigile, y cada uno, sintiéndola pesar sobre sí, terminaría por interiorizarla hasta el punto de vigilarse a sí mismo. Bentham llegó a darse cuenta de que «el panóptico» sería una gran invención no sólo para la institución carcelaria, sino también y particularmente para las fábricas. En rigor, de alguna forma u otra todas las cárceles, escuelas y fábricas a partir de aquella época se construyeron con este modelo de vigilancia, el cual fuera brillantemente analizado por Michel Foucault en “Vigilar y castigar”, quien supo extrapolar su efecto a toda forma de relación entre los estados modernos y sus ciudadanos.

“El mayor efecto del panóptico es que induce al preso a un estado de conciencia y visibilidad permanente que asegura el funcionamiento automático del poder. El orden que configura la vigilancia es permanente en sus efectos, aun cuando no lo es en sus acciones; esa perfección del poder hace tender a que su propio ejercicio sea innecesario.” describe Foucault. Su idea es que la sociedad y sus dispositivos de control operan bajo esta forma de la función disciplinaria que surgió en plena revolución industrial para controlar al nuevo sujeto social: las masas obreras. Para quienes estudiamos sociología a fines del siglo pasado, la carrera fue básicamente una colección de ideas foucaltianas organizadas alrededor del Panóptico y su influencia en el comportamiento y la anatomía de los individuos. Pero, si asumimos que estamos en una era post industrial, próximos a las Singularidad de la Inteligencia Artificial, ¿puede revisarse si ha mutado el modelo de vigilancia social? Continuar leyendo

29/06/17 Reflexiones # ,

El poder es el servicio

Era una mañana de 1880 cuando Émile Durkheim fundo la sociología. Se había despertado liviano, después de una noche de buen sueño y en el aire había una sensación de posibilidad infinita. ¡Así que Émile soplo tres veces y “voilà mes amis”! Al completar la tercera exhalación allí estaba la sociología, vivita y coleando para toda la humanidad. Quizás estas líneas proto-evangélicas sean injustas con los otros Padres fundadores, léase Comte, Marx y Weber, lo admito. Pero permítaseme la petición de principio para avanzar en la argumentación.

Las ideas iniciáticas de Émile rondaban en torno a lo siguiente: Las sociedades se mantienen unidas merced al impulso de cada individuo de atender los intereses de los demás miembros de la comunidad, un acto misterioso que hasta el momento había pasado desapercibido para la mirada científica y se llamaría «solidaridad». Las sociedades menos evolucionadas utilizan la «solidaridad mecánica», es decir una suerte de reacción integral y no parcelada en la que los individuos responden por sus pares cuando alguno lo requiere. Las más sofisticadas en cambio, se valen de la división del trabajo para mantenerse juntas. Es la «solidaridad orgánica», donde cada miembro tiene una pieza del rompecabezas y todos dependen de cada uno, todo el tiempo. Para Durkheim, el problema de la sociología era estudiar las normas que mantenían unidas a las sociedades complejas, permitiéndoles orientar la contribución de cada miembro a un fin común.

Así las cosas, con la especialización aparecen dos demandas:

  • La necesidad de generar un programa de integración de las especialidades para guiarlas a un propósito mayor y entonces decidir inclusive sobre sub-optimizaciones armónicas.
  • Que el requerimiento de que cada área se conciba desde una perspectiva de servicio.

Es decir, se hace imprescindible actuar interpretando el contenido de la especialidad como un medio y nunca como un fin. Curioso que la propia tendencia a especializar genere un esquema de administración / gerenciamiento de la especialidad que tiende a mirar lo propio como si no fuera contributivo a la supervivencia del conjunto y como si no dependiera a su vez del conjunto para su propia supervivencia. Maravillas del pensamiento posmoderno que se las ha ingeniado para poner en riesgo toda visión de propósito general, postulando incluso la idea de que no existe un Propósito Ultimo y entonces cantándole jaque mate a la propia noción de sentido. Un verdadero drama para las sociedades complejas.

Atentos entonces, pequeños saltamontes. Hay una parcela de la realidad en la cual transcurren nuestros menesteres cotidianos. Ellos deben servir a alguien y bien le haría a la efectividad de nuestras acciones que las evaluáramos desde la posición de aquel a quien esperamos servir. Si lo que hacemos no le sirve a nadie no tardaremos en descubrir que tampoco nos sirve a nosotros, si ocurre lo contrario, servir nos sirve a nosotros también.

29/06/17 Reflexiones # ,
21/06/17 Reflexiones # ,

Hacia un Yoga de la Vocación y las Decisiones Profesionales

Una de mis materias preferidas en la carrera de Administración fue “Teoría de la decisión”. Recuerdo que mientras la cursaba no podía dejar de preguntarme: ¿y si todo el racional que construimos para el análisis de las alternativas no fuera más que auto justificación de la decisión que ya hemos tomado? Es decir, el proceso teóricamente transparente de recopilación de información objetiva para analizar pros y contras, ¿no está atravesado en sí mismo por nuestras preferencias? Si fuera así, ¿podría decirse que ya decidimos antes de decidir y que lo que hacemos con la decisión es algo así como “explicárnosla” a nosotros mismos?  Entonces, ¿cuál es el mecanismo mediante el cual decidimos? ¿Decidimos realmente?

Según los Grandes Maestros del Yoga la vulnerabilidad de lo que creemos controlar se expresa en entornos o circunstancias que nos son desconocidas. Para gobernar esa incertidumbre preferimos la construcción del conocimiento, que no deja de ser un relato que nos brinda seguridad y nos permite creer que las cosas son controlables, “decidibles”,  que estamos en dominio de nuestro destino, que podemos hacer que las cosas cambien o mejoren. Pero bien puede contemplarse la idea de que en realidad, no estamos en este mundo para cambiarlo o para mejorarlo, sino simplemente para conocerlo. Podemos conocerlo a través de la reflexión, del entendimiento, podemos sentirlo o percibirlo, o podemos creer en él. Entender, sentir, creer. Esas son las herramientas para conocer lo que pasa. Pienso entonces, una vez que logramos conocer lo que pasa, ¿se acabó el sentido? La voz de Yogananda me responde: En rigor allí es donde empieza, pues es tiempo de ayudar a que pase lo que debe pasar. Nuestra identidad es el modo particular en que cada uno se relaciona con el sentido, un llamado hacia una forma individual de ser. Como el Cristo, que pide que se haga en él según la voluntad del Padre, podría pensarse que todos venimos al mundo con un propósito, con una vocación (el verbo latino para «llamar» es vocare). Estamos aquí para ser “algo” y ese “algo” se puede expresar en distintas profesiones, ocupaciones, labores, trabajos de las cuales nos encargamos a lo largo de nuestra vida. Pero no hace falta desarrollar biunívocamente la ocupación A para  cumplir con el  propósito B. La profesión es algo que hacemos, no algo que somos. Un accidente que, como tal, puede ser otro con el tiempo.

Una de las más tragicómicas paradojas de la existencia es que no conocemos nuestra vocación sin al menos haber transitado algunos pasos a ciegas. No es extraño que así ocurra si, siguiendo a Lacan y su espejo, consideramos que la identidad se manifiesta y consolida en el vínculo con los demás. A veces, si estamos atentos y escuchamos en el silencio, la vocación se nos presenta solita, se revela a poco de andar. Otras veces está debajo de las piedras y se nos escapa hasta que el camino mismo parece terminarse. Para peor, el desafío no solo es encontrarla, sino ayudar a que se manifieste. Cultivarla. Darle la posibilidad de alcanzar su máxima expresión.

Como sea, la decisión de la profesión no parece ser tan crucial ni tan determinante en la perspectiva de la búsqueda vocacional, sin la cual cualquier profesión es insuficiente y con la cual cualquiera es una puerta a la auto-realización.

13/06/17 Reflexiones # , ,

Medicina del desempeño

Dicen que una persona sana es aquella que no ha sido estudiada suficientemente. Es que llegado un punto diagnóstico todos estamos enfermos. Ernesto por ejemplo. Runner, vegano, feliz en el amor, los amigos y la familia. Exitoso en el trabajo. Colesterol de 125, sin hallazgos radiográficos y un examen de laboratorio impecable. Pero a los 42 años le realizan su primer ecodopler de cuello, y allí, en la aorta, una placa fibrocálcica genética. Es la muerte en el cuello de Ernesto. No para mañana, claro, pero si para algún momento, bien allá en el futuro lejano. ¿Será de aquí a treinta años? ¿De aquí a cuarenta y tres? Silencioso, volando bajo radar, ahí va el germen de su muerte disimulado en el cuello enfermo.

¿Qué debe hacer Ernesto entonces? Nada. Seguir viviendo. Correr, amar, trabajar y volver al ecodopler en un año o quizás en cinco, para chequear su evolución.

Camila es buena técnicamente, tiene foco en los riesgos de corto plazo, pero no puede ver más allá. Le cuesta planificar más que una semana. Ricardo ve de corto y también de largo, lo que le permite liderar, pero es muy duro al señalar lo que sus equipos no hicieron en el momento de darles feedback, lo que puede provocarle pérdida de legitimidad. Susana visualiza adecuadamente el timeline operativo, el táctico y el estratégico, es balanceada en el feedback y se la percibe como legitima, pero le falta énfasis para romper la inercia cuando se necesita cambiar. Aníbal maneja todos los horizontes de planeamiento, conoce las tareas, da feedback oportuno y preciso, es valiente para gerenciar procesos de transformación, pero le cuesta el balance con su vida personal.

Pienso que, en algún punto, todos somos low performers, pues tenemos una sub-compensación en nuestro perfil de competencias que puede hacernos rendir mal. Y también que pensar de esta manera puede sernos útil cuando tenemos que construir un feedback para alguien que trabaja con nosotros, pues nos sumerge en un involuntario barniz de humildad. ¿Será que hay algo en común entre el arte de la gestión del desempeño y el de la gestión de la propia salud? Acaso sea la capacidad para prolongar la secuencia de diagnósticos positivos al máximo posible, sabiendo que un indagador profundo encontrará un aspecto negativo. Quizás, si la cadena fuera lo suficientemente larga, ese aspecto negativo produzca un impacto leve y solo tendrá sentido atenderlo ocasionalmente para chequear su evolución. Lo que no implica que perdamos consciencia de que en algún momento nos vencerá y nuestro campo de acción solo se limita a elongar el tiempo que nos separa de ese único e irremediable desenlace.

13/06/17 Reflexiones # , ,
24/05/17 Reflexiones # , , ,

Maestría Personal

La teoría referida a la Gestión del desarrollo de las personas en las organizaciones se está consolidando en una nueva dirección. No así su práctica efectiva, pero es bien sabido que las tecnologías cambian mucho más rápido que la cultura. En el caso particular, la aplicación de los conceptos que dan origen a las nuevas herramientas de la “gestión del capital humano” requiere un set de competencias donde las siguientes ocupan un lugar central: la reflexión autocrítica pero amorosa, la escucha activa, el juicio constructivo hacia los demás y la aceptación de la diferencia. Tal equipamiento difiere bastante del requerido por el paradigma anterior, bajo cuyas premisas es la empresa quien planifica sucesiones en función de un perfil predefinido de necesidades, y con independencia de la expectativa genuina de quienes son incluidos en la planificación.

Pero como digo, hoy la teoría va alumbrando un camino bien distinto, que podría caracterizarse a partir de estos elementos clave:

  • Autoconocimiento para desarrollarme. La noción de que la planificación de carrera no es responsabilidad de nadie más que de nosotros mismos arrastra un prerrequisito esencial. No es posible emprender el viaje sin una indagación profunda y genuina sobre nosotros mismos. Y en este sentido no solo es válida la reflexión respecto a fortalezas y aspectos de mejora, sino especialmente referida a deseos y expectativas. Hacerse cargo del proyecto de la carrera es sincerar el destino buscado con la mayor libertad de la cual cada uno es capaz, por “encima” de las oportunidades o dificultades del entorno, por arriba de las “imposiciones” sociales, de la familia, de las circunstancias económicas o de la cultura. Al mismo tiempo, “tratarnos bien” mientras realizamos esta indagación es clave. La nitidez del autorretrato necesita que cuestionemos nuestras expectativas pero mantengamos una mirada amorosa sobre nosotros mismos.
  • Redes de contactos significativos y feedback 360. Una vez aclarada la meta, nos asalta la noción de que solos no es posible llegar a ningún lado. La toma de conciencia de que otros actores son imprescindibles en nuestro camino, recursos en el sentido amplio de la palabra, muchos de los cuales también recibirán nuestra contribución. Es por eso que se hace imprescindible mirar a los demás con juicio positivo y estar atentos a la gestión de lo que tienen para decirnos a su vez.
  • Maximizar fortalezas vs normalizar debilidades. Llevar una habilidad “no Ok” a nivel “Ok” gasta las mismas calorías que llevar una “Ok” a “Super Ok”… Entonces… ¿Dónde conviene poner el gasto de energía? La respuesta tradicional, en la que se basa no solo el viejo paradigma del desarrollo de personas sino el sistema completo de educación occidental es la normalización de debilidades. Esforzarse por no tener atributos por debajo del nivel normal. La novedad consiste en gastar menos esfuerzo en ello, procurando dejar nuestras falencias apenas en nivel no conflictivo, suficiente para integrarnos con los demás, pero ocuparnos con mayor énfasis de llevar a rango “world class” los aspectos que nos distinguen. A medida que la organización del trabajo va promoviendo la formación de equipos expertos, la maximización de las fortalezas logra consolidarse como paradigma de desarrollo. La implicancia fundamental: aceptar y abrazar la diferencia que complementa el resultado del conjunto.
24/05/17 Reflexiones # , , ,
09/05/17 Reflexiones # , ,

Institucionalidad y mérito

Cuando un médico no encuentra un diagnóstico más preciso para encuadrar las dolencias de su paciente, siempre puede invocar uno de estos dos recursos: “estimado señor, lamentablemente usted padece los efectos de un virus” o “bien puede ser el stress que está sufriendo”. Y difícilmente se equivoque, pues en el fondo ¿quién puede proclamarse absolutamente libre de alguna de estas influencias (o de ambas contemporáneamente)? De la misma forma, ante un problema complejo que no termina de definirse, la tentación es encuadrarla como: “un déficit de educación”. En la vida social de los argentinos cualquier cosa admite ser configurada bajo la generosidad de este argumento: el crimen organizado, la entradera nocturna, la derrota del seleccionado, el corte de calles basado en reclamos genuinos, el piquete deslegitimado, el saldo negativo de la balanza comercial, la deuda externa o el pico de consumo de energía provocado por la nueva ola de calor. Y por supuesto que una mejora sustentable de la calidad educativa en el marco de un programa que permitiera alcanzar plena inclusión como punto de partida y garantizar terminalidad de los estudiantes como punto de llegada, mejoraría notablemente cualquier ámbito de la vida en sociedad en algún horizonte de tiempo. Pero si tuviera “una sola bala” para promover cambios de corto plazo en nuestra tan errática experiencia de discontinuidades, iría por otro camino, pues tengo la sospecha de que la recurrencia de conflictos proviene de una cuestión mucho más cercana: la debilidad institucional y la ausencia de una cultura meritocrática para la promoción.

En “La Construcción social de la realidad”, Berger & Luckman cuentan maravillosamente la génesis de las instituciones. Una vez acuerdo solidario para la supervivencia de la comunidad, las instituciones comienzan a revelarse como “dato” para las nuevas generaciones, que las perciben como eternas y permanentes a través de la socialización. La comunidad garantiza así la continuidad de su experiencia: aquello que alguna vez aprendió que es necesario para supervivir. Los miembros que demuestran mayor pericia son quienes portan el ADN de la subsistencia, y así, a través del éxito de ellos, el grupo expone su propia capacidad de reproducción, vigencia y sostenibilidad (para usar una palabra que Berger & Luckman desconocían).

¿Por qué será que los argentinos inventamos la pólvora a cada paso? A veces es nuestro propio afán de creatividad que nos juega una mala pasada. Volver siempre al punto de partida, como si no hubiera aprendizaje adquirido en nuestras instituciones ni en sus representantes más expertos, no nos permite crecer. Me pregunto qué pasaría si los argentinos usáramos todo el capital social ya adquirido sin procurar nuevas invenciones y nos comprometiéramos a recompensar con el crecimiento solo a quienes demuestran competencia suficiente. En la policía, en la escuela, en el ejército, en la empresa, en el hospital, en la iglesia, en el club de barrio, en el partido político o en la asociación civil, una simple premisa: Institucionalidad y mérito para no caer en la trampa de diagnosticar todos los males como un problema de educación.

09/05/17 Reflexiones # , ,
03/05/17 Reflexiones # , ,

El sol se pone en Oslo

El sol se pone en Oslo

Para quienes habitamos latitudes templadas la vida en Escandinavia no parecería de este planeta. Por supuesto, antes que nada está el clima. En enero por ejemplo, que en Buenos Aires amanecimos con una temperatura constante de 27 grados, la salida del sol estaba prevista en Oslo para las 8.58 am. Su puesta a las 13.47. Casi cuatro horas de sol en el día, o mejor dicho, cuatro horas de penumbra y otras veinte de oscuridad. En seis meses la relación acabaría siendo exactamente la inversa. Veinte horas de luz quemante y apenas cuatro de iluminación tenue, como si al sol le hubieran corrido un terciopelo por un ratito.

Como es posible la vida en este «otro» planeta, es un verdadero misterio para este gaucho de las pampas. A ver… ¿Es siquiera viable biológicamente vivir tres meses sin la luz del sol y otros tres sin poder desprenderse de ella? Sin abundar en “detalles adicionales” como temperaturas medias de -20 grados centígrados o días/noche completos con tormentas de nieve. ¡Pero aún más incomprensible es el hecho de que Noruega haya sido premiada por la ONU en 2017 como el país donde sus habitantes tienen mayor índice de felicidad! Más aun, no abandonó nunca el Top 5 desde que se creó el índice hace ya cinco años. ¡Y además ninguno de sus compañeros escandinavos lo hizo!

Fue en 2012 que Naciones Unidas instauró el 20 de marzo como el “Día mundial de la Felicidad” con el objetivo de publicar sus estadísticas. Ya entre 1967 y 1973, precisamente un escandinavo notable, finlandés en este caso, publicaba una primera investigación que se convertiría en estándar para el análisis de la diversidad cultural. Geert Hofstede había  descubierto 4 grandes categorías para describir una cultura nacional, producto de su trabajo de investigación para IBM. Con el tiempo sofisticaría el modelo hasta contemplar seis. Según el autor las culturas nacionales pueden ser evaluadas en algún punto del continuo de las siguientes variables:

  1. Distancia al poder (o fortaleza de la cadena jerárquica)
  2. Percepción del tiempo (orientación al largo plazo vs el corto plazo)
  3. Tolerancia a la ambigüedad
  4. Individualismo / Colectivismo
  5. Prevalencia en la sociedad del carácter femenino / masculino (orientación a las personas / orientación a las tareas)
  6. Grado de «plenitud o felicidad » de la sociedad.

La última fue agregada recién en 2010, acaso anticipando lo que sería la toma sistemática de la encuesta de la ONU desde 2012. Si bien hay algunas diferencias técnicas respecto de la definición de «felicidad» en uno y otro caso, también hay similaridades que permiten obtener alguna conclusión acerca de cómo las cinco variables anteriores determinan o contribuyen a definir el estado de la última. Continuar leyendo

25/04/17 Reflexiones # , , , ,

Determinismo cultural

La noción de que nuestras mentes son producto estricto de nuestra cultura ha sido postulada aún como explicación de circunstancias bestiales, tal como el comportamiento de los miembros de una secta, de un grupo de asesinos fundamentalistas o de una tribu urbana cuyo descontrol termina produciendo muertes en un concierto de rock. ¿La argumentación? Nadie puede pensar «por fuera» de la cultura a la cual pertenece. ¿Cómo responsabilizar entonces a los participantes, si es que no pueden visualizar su comportamiento más allá de los propios ritos?

Por supuesto que la vida no se concibe si no es con otros, y por supuesto que la vida con otros requiere la internalización de reglas. Esas reglas precisan un lenguaje y se cristalizan en ritos e instituciones. La permanencia de ellos configura un sistema. Pero la noción de que la cultura dicta instrucciones que el individuo no puede no acatar, no solo es reduccionista, sino peligrosamente expiatoria.

En primer lugar, no existe tal cosa como un solo sistema del cual todos somos parte en relación unívoca. Como individuos estamos atravesados por diferentes sistemas y subsistemas en diversas órbitas: religiosas, artísticas, laborales, deportivas, profesionales, familiares, sociales, tecnológicas, geográficas, sexuales, étnicas… Claro que amén de la participación en esos múltiples “espacios tribales” de las subculturas (runner, vegano/a, hípster, swinger, futbolero/a o fan del new wave ochentoso), existe una suerte de condición primaria de “ciudanía” que sirve de marco global, fijando los límites de lo posible y lo impensable en términos intraculturales. Pero ese marco requiere una interpretación del individuo para ser vivido, un modo particular de relacionarse con la institución y su regla.

Hay interpretaciones de esa relación que solo pueden acatar mandatos sin lugar para una mirada crítica. Hay otras más sofisticadas, más proactivas, más desafiantes, más rebeldes, más transculturales. La historia personal define ese modo de relación, las propias experiencias dentro y fuera de la cultura, la concepción que cada individuo tiene de su propia humanidad y su propia trascendencia. La calidad de las conversaciones que cada sujeto tiene consigo mismo, el tenor y el timbre de su propio lenguaje, ese que utiliza en la más absoluta soledad para “hablar con Dios” y reconocerse en su espejo… Continuar leyendo

25/04/17 Reflexiones # , , , ,
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Desafios de la construccin